martes, 6 de julio de 2010

Navarro: Vicepresidente Varela y Bosco Vallarino dejaron en ridículo al Presidente Ricardo Martinelli

Palabras de Juan Carlos Navarro

El Presidente Ricardo Martinelli ha quedado en ridículo. Le pidió la renuncia al alcalde Bosco Vallarino, pero el vicepresidente Varela negoció el cargo con Bosco para favorecer a su corriente dentro del partido Arnulfista. Al presidente Martinelli ya ni siquiera el vicepresidente Varela ni Bosco Vallarino le hacen caso.

Según las encuestas, Bosco Vallarino ha sido el peor alcalde en la historia de la ciudad de Panamá. Desde el primer día su administración ha ido de tumbo en tumbo, de crisis en crisis y de escándalo en escándalo. Más del 90% de la población rechaza su labor, según los últimos sondeos.

Los únicos responsables del desastre que tenemos en la alcaldía de la capital son precisamente el presidente Martinelli y principalmente el vicepresidente Varela. Fueron ellos quienes impusieron a Bosco, primero como candidato en sus partidos y luego como alcalde, llegando inclusive al extremo de aprobar una ley en la asamblea para que pudiera asumir el cargo.

Me llama poderosamente la atención, que luego de las graves denuncias que he hecho ante la incapacidad del gobierno para resolver los problemas del país, es hasta ahora, después de más de un año de estar en el cargo, que el Sr. Bosco Vallarino acaba de descubrir que hay “supuestas irregularidades” que “puede” denunciar. Sin duda que este es un claro acto de persecución política que retrata de cuerpo entero al actual gobierno y su estilo antidemocrático y de persecución a todos los que no pensamos como ellos. Si hay cualquier denuncia, que se presente ante los tribunales, que le haremos frente de inmediato y esperamos que dichos tribunales atiendan el principio del debido proceso y actúen con independencia del Órgano Ejecutivo.

Después de un año de gestión, el gobierno del presidente Martinelli y el vicepresidente Varela está igual que la alcaldía de Bosco: ambas han sido un fracaso. Por eso, nuevamente, hoy tratan de distraer la atención de la incapacidad comprobada de su gobierno para resolver los grandes problemas nacionales, con el cuento de la renuncia de Bosco. Ya nadie les cree.

En su primer año de gobierno, se han duplicado los asesinatos, robos, violaciones y homicidios. En lo que va del año van más de 419 asesinatos, un nuevo record sangriento para Panamá. Los panameños trabajadores vivimos hoy enjaulados con hierros y verjas en nuestras casas como si fuéramos criminales, mientras los verdaderos hampones se pasean impunes por las calles. La seguridad del país es un desastre: el gobierno ha fracasado.

El costo de la canasta básica sigue subiendo, igual que los precios de la gasolina que están por las nubes. En vez de eliminar el impuesto al combustible, como se prometió en campaña, el gobierno nos impuso un impuesto del 7% que está acabando con el bolsillo de los panameños y que ya se empieza a sentir en los precios de toda la economía. Cada día que pasa el panameño vive peor.

Los que tienen la mala suerte de enfermarse, no tienen donde atenderse. El sistema de salud pública está colapsado: no hay medicinas, no hay reactivos, no hay médicos y no hay citas. Para el panameño de a pie enfermarse hoy, es un lujo que no se puede dar y ya se asoman las primeras epidemias.

En el campo la cosa es aún peor. Bajaron los aranceles para favorecer sus negocios, a sus amigos y socios importadores. Nuestros productores están desamparados: los productores de leche tipo C, los tomateros y los cebolleros parecen especies en extinción. Este año se ha sembrado mucho menos arroz y mucho menos maíz que en años anteriores. El campo está colapsado y abandonado por el gobierno.

Estos graves fracasos, entre otros, son el producto de un estilo de gobierno arrogante y prepotente, conflictivo y agresivo, que impone a sangre y fuego su criterio sin escuchar a nadie y sin importarle con el pueblo panameño. La ley chorizo, las presiones sobre los demás órganos del Estado, las gigantescas compras directas, los permanentes ataques a los medios, la persecución a sus adversarios políticos, los ambientalistas y trabajadores, el desprecio por la sociedad civil y la falta de transparencia del primer año de gobierno, lo han llevado al fracaso de hoy.

Panamá, 6 de julio de 2010.

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